LA ABANDERADA DE LOS HUMILDES

LA ABANDERADA DE LOS HUMILDES
POR SIEMPRE EVITA!!!

domingo, 31 de octubre de 2010

¡ HASTA CUMPLIR TU LEGADO!


Te vamos a recordar `pero no podemos cumplir lo primero que pediste en el verso del poema que recitaste de nuestro compañero, como es no recordarte sin dolor por no tenerte. No tener tu palabra, tu conducción, no podemos recordarte sin una lagrima pero tanto el dolor como la lagrima es rebeldía que nos da fuerza para llevar tu bandera a la victoria. Cuando eso sea una realidad el dolor y la lágrima pasaran, porque habremos cumplido con tu legado. Compañero Néstor ¡Hasta la victoria siempre! ¡Patria o Muerte, Venceremos!

viernes, 29 de octubre de 2010

Murió Kirchner, nació el kirchnerismo

Publicado el 29 de Octubre de 2010

 
Roberto Caballero


La sensación es que, muerto Kirchner, el kirchnerismo tiene una salida: nacer de una vez por todas. Construir organicidad. Abandonar los jirones para transformarse en bandera de los millones de personas que creen que hoy estamos mejor que hace diez años.
 
No sé, tengo la impresión de que murió Néstor Kirchner y nació el kirchnerismo. Voy a escribir en voz alta o, mejor dicho, pensar con las teclas, así que no busquen en estas líneas un tratado político, sino apenas un catálogo de ideas desordenadas escritas al calor de estas jornadas. Para lo otro, mejor léanlo a Brienza, o a J. P. Feinmann (ayer escribió algo maravilloso en la contratapa de Página/12: a propósito, ¿cuándo se vendrá para Tiempo Argentino?) Bueno, les decía. Mi tesis es que Kirchner murió y nació el kirchnerismo. Resulta difícil describir qué es, precisamente, eso del kirchnerismo. ¿Es Moyano? ¿Es Hebe? ¿Son los intelectuales de Carta Abierta? ¿Son Pablo Echarri y Florencia Peña? ¿Es la CTA de Yasky y Milagro Sala? ¿Es Sabbatella? ¿Son los invitados de 6,7,8? ¿Es Heller? ¿Son los intendentes del Conurbano? ¿Es Larroque y La Cámpora? ¿Son D’Elía y el Chino Navarro? ¿Es Moreno? ¿Es Taiana, que renunció hace poquito para volver recargado? ¿Son los setentistas, muchos de ellos víctimas de la represión, la cárcel y el exilio, que ahora caminan por la Rosada sin miedo? ¿Son las multitudes de las barriadas que ayer reventaron la Plaza de Mayo? ¿Los pibes que reciben la Asignación Universal por Hijo? ¿Es Carlotto? ¿Son los viejos
desocupados que consiguieron trabajo? ¿Son los millones de hinchas que ahora pueden ver fútbol gratis? ¿Los jubilados que ingresaron en el sistema? ¿Los que trabajan en cooperativas de los municipios? ¿Los gays, lesbianas y trans que ahora se pueden casar con libreta? ¿Es la militancia juvenil sub-20, que asoma entusiasta en el MPR, en el Movimiento Evita y en la Juventud Sindical de Facundo Moyano?
Es, sin duda, todo eso. Pero todo eso es, en sí mismo, un universo plural desarticulado, donde algunos se definen abiertamente como kirchneristas y otros jamás lo harían. Y, sin embargo, toda esa gente reconoce −en mayor o menor medida, con mayor o menor generosidad− que Néstor primero y Cristina después les permitieron soñar con un país que los tenga en cuenta.
Todos y cada uno de ellos levantan alguna bandera que se toca con la agenda del gobierno. Moyano dice que es oficialista del modelo nacional y popular, Sabbatella es oficialista del proceso de cambio e inclusión iniciado en 2001, los actores son oficialistas de la nueva Ley de Medios, las Madres y Abuelas son oficialistas de la política de Derechos Humanos, el peronismo de izquierda es oficialista de la lucha antimonopólica y anti-Clarín, y así podríamos seguir con cada uno de ellos para descubrir con asombro que casi todos dicen cosas parecidas, pero lo único que los aglutina es la independencia que unos demuestran frente a los otros, aunque se muestren juntos en marchas y movilizaciones puntuales. Acá es donde hace agua el análisis de Beatriz Sarlo, cuando advierte sobre un gran entramado cultural y político que realiza tareas coordinadas desde algún sótano misterioso de la Rosada. La verdad que eso no existe. Si no, el kirchnerismo existiría como opción política, por fuera de Néstor y Cristina. Y no, no existe. O, para que no me malinterpreten: institucionalmente es apenas un grandioso y epocal envase. Cada sector simpatizante lo nutre con lo que más le gusta de un proceso que es tan rico como tumultuoso e invertebrado.
Pero con la muerte de Néstor Kirchner se abre un panorama de incertidumbre. Esta es la verdad. Me pregunto: ¿la adhesión circunstancial, no institucionalizada, puede hacer peligrar el rumbo de eso que se llama “modelo”? Digámoslo sin vueltas: la derecha conservadora, con Clarín y Techint (AEA), la Rural, Cobos y Duhalde a la cabeza, sabe cómo juntarse. Tiene infinitos canales de comunicación e intereses comunes, que la muestran como bloque cuando la ocasión se presenta.
Y ellos saben qué país chiquito quieren. No les da asquito sentarse a la misma mesa para lograr su utopía. ¿Pasa lo mismo con el kirchnerismo? ¿No les da la sensación de que, a veces, hay kirchneristas de primera y otros de segunda, que están más atentos a diferenciarse que a parecerse?
Decía que la muerte del ex presidente genera incertidumbre. La enorme liquidez identitaria del kirchnerismo (leyendo a Bauman) sirvió para llegar hasta acá.  Inclusión social, Derechos Humanos, autoridad estatal, federalismo, autonomía nacional, fomento a la producción son progresos inimaginables hace una década. Esta indefinición permitió que millones de personas se sintieran parte del todo, sin asumir los riesgos del conjunto. Creo que la muerte de Néstor interpela al kirchnerismo inorgánico. (No sé si dejó algo escrito. Algunos dicen que sí. Sería interesante leerlo.) Pregunta desde el más allá: qué vamos a hacer con el más acá, ahora mismo. Es fácil gritar “fuerza Cristina”, ¿no? Más difícil resulta, por ejemplo, aceitar los lazos y la mutua comprensión entre Moyano y Yasky. O entre Sabbatella y los intendentes K del Conurbano. O entre Moreno y Carta Abierta. ¿Fueron estas diferencias el alimento de una gaseosa ideología que podría llamarse kirchnerismo ad hoc, útil para sostener en el gobierno a dos personas en todo este tiempo? ¿Es la debilidad congénita de esta experiencia política, ahora que la reacción (basta leer el pliego de condiciones de Rosendo Fraga en La Nación) se frota las manos para ir por todo?
Como ven, tengo más preguntas que respuestas. La sensación es que, muerto Néstor, el kirchnerismo tiene una salida: nacer de una vez por todas. Construir organicidad. Abandonar los jirones para transformarse en bandera de los millones de personas que creen que hoy estamos mejor que hace diez años. Estructurar un programa que reúna las aspiraciones de todos los que ayer en la Plaza de Mayo, tocados en el alma, se miraban a la cara y se reconocían. Dejar de lado los prejuicios, revisar las propias certezas, abandonar el espíritu de secta, admitir que el otro puede tener la parte de la razón que me falta: son los imperativos de esta hora.
Ni Moyano es Primo de Rivera.
Ni Sabbatella es el progresismo afrancesado.
Lo más complejo, siempre, es consensuar un liderazgo. Pero eso ya está resuelto.
Es Cristina.

LA JUVENTUD K RECOGIÓ EL LEGADO Y YA TRABAJA PARA MULTIPLICARLO


Masiva presencia de sub-40 en la despedida al ex presidente

Con Máximo Kirchner acompañando a su madre, y el desfile incesante de militantes en la Plaza de Mayo, las agrupaciones juveniles dejaron en claro que buscarán consolidar su presencia y crecer como organización.
 
La frase tiene más de dos años. La dijo Néstor Kirchner, un 15 de julio de 2008, en la Plaza del Congreso, horas antes del voto no positivo que acabó con la Resolución 125. Y por estas horas resurgió, se hizo eco y, sobre todo, se digitalizó. “A los jóvenes les digo: sean transgresores, opinen, la juventud tiene que ser un punto de inflexión del nuevo tiempo”, pidió el ex presidente ese día, y, ahora, desde la mañana del miércoles, los pibes se lo recuerdan unos a otros en Twitter, en Facebook y en la Web. El mensaje favorito de la juventud no es un pésame.

La primera pista llevaba más tiempo en el aire. En agosto, Kirchner encabezó un acto de la Juventud Sindical Peronista. En septiembre, pocas horas después de salir del Sanatorio de los Arcos, saludó a otro Luna Park lleno convocado por otros jóvenes kirchneristas. El salto al frente de los jóvenes, también, había relampagueado en las afueras de Bariloche, en el corazón de Baradero, en las escuelas olvidadas por Mauricio Macri y en la calle pidiendo castigo a los responsables del asesinato de Mariano Ferreyra. Cada uno con sus modos, cada cual con su furia. Y se hizo notar, otra vez, en un número mayor, en la Plaza de Mayo por la muerte de Néstor Kirchner. Fue el comentario al oído entre los funcionarios, también entre los viejos peronistas y entre los inorgánicos: “cuántos pibes, ¿no?” Y se configuró en el desafío de los dirigentes de las agrupaciones que, casi a coro, le confesaron a Tiempo Argentino: “Ahora hay que ver cómo los organizamos.”

Andrés Larroque, de La Cámpora, que iba de salón en salón de la Casa de Gobierno, le puso números al desafío: “El 80 % de los chicos no está encuadrado. Hay que trabajar para que participen. Para que canalicen esa energía. Y que su apoyo pase de lo simbólico a lo concreto. Tenemos que consolidar este sentimiento”, se exigió.

“Lo registramos, lo vimos, lo sentimos. Es algo que venimos viendo. Tuvimos dos actos muy importantes. Tuvimos las secundarias. La marcha del 16 de septiembre por La Noche de los Lápices. Y ahora tenemos que ver cómo hacemos para sumar más pibes y organizar. Es una situación muy dolorosa y esperábamos la reacción de los pibes. Estamos muy contentos”, dijo el referente del Movimiento Evita, Leonardo De Grosso, al paso, y a metros de la Casa Rosada.

“Algo que tenemos que destacar de Néstor Kirchner es el espacio que le dio a la militancia juvenil. Nos sentimos muy queridos, que nos dio un lugar muy importante, nos duele más allá de nuestra situación de trabajadores. Pero eso nos lleva a asumir una enorme responsabilidad para poder consolidarnos como espacio de juventud y poder acompañar con más fuerza la gestión de Cristina que nos va a necesitar. Vamos a estar ahí: bancando. Hasta que ella lo decida, hasta que termine su mandato y si quiere seguir también”, agregó Facundo Moyano, de la Juventud Sindical, cerca de la Pirámide, con la noche a la intemperie encima.

¿Y por qué tanto? Las remeras dicen “Kirchner vuelve”, y dicen “¿Qué te pasa Clarín?” Mitifican el liderazgo y festejan la rebeldía. Como sea, los chicos llenaron la plaza. Hicieron la gran travesía hasta dejar su grito de aliento frente a Cristina Fernández, la presidenta que ayer tenía la mano apretujada por la mano de Máximo, otro jugador de las divisiones inferiores, el creador de La Cámpora, tan parecido, tan santacruceño como el culpable de todo.

Por Rodolfo González Arzac - Publicado el 29 de Octubre de 2010

ACÁ NO SE RINDE NADIE



Mientras un pueblo llora, los dueños del poder y del dinero afinan sus garras para dar el zarpazo. Murmuran, ríen, se frotan las manos, porque suponen que muerto el perro se acabó la rabia. ¿Muerto Kirchner se acabó el proceso? Ni lo sueñen. Lo que la sociedad consiguió con el kirchnerismo es un piso irrenunciable. Queremos un país mejor. No uno peor. Somos más que ellos.
 
Me subleva el regodeo del establishment cuando millones nos recogemos en el dolor. ¿Qué van a gritar ahora los que siempre conspiraron contra el gobierno que hizo bajar el cuadro de Videla de Campo de Mayo? ¿“Viva la ‘muerte súbita’”? Se los advierte satisfechos con esta ayudita de la biología, de último momento. ¿Habrán brindado, una vez conocida la noticia, con un Lagarto Merlot de bodega “Cobos”? Que las acciones de las empresas argentinas subieran en la Bolsa de los Estados Unidos es un insulto al duelo general. Esperaban esta muerte. La festejan. ¿Se acuerdan de la columna de Joaquín Morales Solá, publicada el 13 de septiembre en La Nación? Estaba excitado Joaquín, por aquellos días. Muy excitado, porque comenzaba a dibujarse en el horizonte político “la finitud kirchnerista”, luego del último incidente arterial del ex presidente: “¿Qué le pasaba en su alma o en su cuerpo para meterse en batallas perdidas de antemano o para levantar, en arrolladores ataques de ira, a más enemigos de los que ya tiene?” Lo escribió así Morales Solá, matándolo en la víspera, eligiendo un tiempo verbal inadecuado, después de criticarlo por los “ataques” a Clarín, Fibertel y Papel Prensa, que es lo único que le preocupa.

Igual tono de triunfalismo, disimulado en un falso análisis sobre cuestiones de Estado, tuvo el editorial de Rosendo Fraga, publicado ayer en la edición online de La Nación, a las 11:17, cuando el cadáver de Kirchner aún estaba tibio en la Patagonia. El ex secretario privado del dictador Viola –eso es Rosendo Fraga– aconsejó a Cristina: “Tiene la oportunidad de modificar, rectificar, corregir, cambiar una serie de aspectos, estilos, orientaciones y políticas impuestas por su marido.” Y, sin dejarla siquiera llorar a su marido, entre coronas de palabras y paladas de urgentes sepultureros, agregó: “Ella ahora puede adoptar algunas decisiones que se reclaman, como tomar distancia de Hugo Moyano y terminar con su influencia.” Son voraces. No hay duelo ni tiempo para el consuelo en sus reclamos. Hay exigencia, amenaza, ultimátum hacia la representante del gobierno de la democracia.

Dos horas después, también en la edición online del diario de los Mitre y Saguier, el analista Carlos Pagni escribió: “La comparación es inexorable. Hay un líder omnipotente que ha muerto y una viuda al frente del Estado: Perón e Isabel, Kirchner y Cristina.”

¿Se puede adivinar lo que se viene detrás de estas amenazas públicas? ¿Estamos preparados? Es la pregunta que me ronda desde que comencé a escribir este editorial póstumo. Todavía no me recupero del asesinato de Mariano Ferreyra. Y ahora, esto.
Perdonen el juego de palabras, pero me sale decir que nada de lo escrito por Morales Solá, Rosendo Fraga y Pagni está definitivamente escrito. Ningún destino lo está. Mucho menos el nuestro. Los deseos de unos pocos no definen los pasos ni el ritmo de las mayorías.

Néstor Kirchner murió. La noticia es inapelable. Pasarán varios días hasta que salgamos de esta conmoción. Serán jornadas cargadas de violenta melancolía, de la que ni yo mismo voy a sustraerme. Sin embargo, un titulo posible para esta noticia inesperada podría ser “Murió un hombre, pero el proceso está vivo”. Porque lo que como sociedad venimos construyendo de 2001 para acá incluye al kirchnerismo pero, estoy convencido, también lo excede, y mucho de esto tiene que ver con sus virtudes y no con sus falencias, demonizadas hasta el hartazgo por los medios hegemónicos. ¿O acaso la mejor agenda política kirchnerista no es la que surge cuando toma la agenda social y la instala desde la cima del Estado?

Es indudable. Sin Néstor Kirchner habría sido más difícil. Sin Cristina Kirch-ner, casi imposible llegar hasta donde llegamos. Ellos son el puente entre la podredumbre de lo viejo que se desmorona y lo nuevo que estamos construyendo entre todos. Es tiempo de definir si el “modelo” –o como quiera que se llame esta Nueva Argentina que vivimos– es fruto del voluntarismo de dos personas, o si, por el contrario, es un anhelo anclado en los sueños de millones que quieren patria para todos o para nadie.

Mientras un pueblo llora, los dueños del poder y del dinero afilan sus garras para dar el zarpazo. Murmuran, ríen, se frotan las manos, porque suponen que muerto el perro se acabó la rabia. ¿Muerto Kirchner se acabó el proceso? Ni lo sueñen. Lo que la sociedad consiguió con el kirchnerismo es un piso irrenunciable. Queremos un país mejor. No uno peor. Somos más que ellos. El viento de la justicia sopla a nuestro favor. Somos más: los que no queremos que el FMI nos diga cómo manejar nuestra economía, los que vemos en las Madres y Abuelas un ejemplo de coraje y dignidad, los que saludamos que en el país haya paritarias, los que apoyamos el sistema solidario de jubilaciones, los que estamos orgullosos de la Asignación Universal por Hijo, los que pensamos que el trabajo es el mejor organizador social, los que estamos felices con la repatriación de científicos, los que no nos arrodillamos ante la mirada “empresariocéntrica” que deja a la mitad del pueblo fuera de los estándares mínimos de supervivencia, los que creemos que el Estado está a la izquierda del mercado, los que bancamos el matrimonio igualitario, los que impulsamos el reparto de las ganancias, los que peleamos por la democracia informativa y contra los monopolios, los que exigimos juicio y castigo a los genocidas.
Perdonen estas palabras sinceras pero arrebatadas, escritas a las cinco de la tarde, después de escuchar a Moyano diciendo que en el corazón de los trabajadores están “Perón, Evita y Kirchner”, con el Salón Felipe Vallese de la CGT colmado. Yo debería ser más reflexivo, menos apasionado. Pero entonces no sería yo, sería otro. Y no, soy esto, un periodista del montón que un día decidió salirse de la manada del periodismo independiente para fundar un diario como Tiempo Argentino, donde poder decir las cosas que se me antoja decir. Me llevé a marzo  cinismo. Y no saben lo feliz que estoy.
Para mí no es lo mismo que la ESMA ya no sea de los marinos. Ni es igual que un presidente se haya abrazado a los pañuelos. Todavía creo que la política sirve para cambiar algo.

Y creo, por sobre todo, que cuando Magnetto, Techint y la Bolsa festejan, hay que empezar a coserse los bolsillos.

Salvo, claro, que decidamos ponernos de pie. Como cuando gozamos la fiesta del Bicentenario y le dijimos a ese otro país, chiquito y mezquino, que después de tanto relato catastrófico no iban a poder arrebatarnos la alegría.

No se equivoquen. Somos millones los que pensamos así.

Y acá no se rinde nadie

Publicado el 28 de Octubre de 2010 -Por Roberto Caballero-Director Tiempo Atgentino

miércoles, 27 de octubre de 2010

¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE NESTOR!

Hoy falleció el ex Presidente de la Nación Argentina y Secretario de la Unasur el compañero Nestor Kirchner. Nuestro dolor y compromiso militante para con el compañero y con su proyecto y lucha por una Argentina más equitativa, con distribuciòn de las riquezas y mayor calidad institucional.

Coincidimos con los dichos  "Nuestro país lo necesitaba tanto a este hombre. Se fue alguien indispensable", dijo la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.
Seguiremos con el compromiso de apoyar a su compañera y nuestra compañera y Presidente Cristina Fernandez de Kirchner.

Nestor, volveras y seras el pais que soñaste, lucharemos para que asi sea.

Corriente Politica y Social German Abdala

sábado, 16 de octubre de 2010

82 por ciento: Móvil de extrañas convergencias


El país | Sábado, 16 de octubre de 2010
OPINION
Por Hugo Yasky *
Bertolt Brecht decía que “en tiempos de desorden, de confusión organizada, de arbitrariedad consciente, nada debe parecer natural”.
El domingo pasado, el presidente de Ecuador hacía alusión a la extraña convergencia en el asedio al hospital del que finalmente fuera rescatado, entre policías golpistas adiestrados por la CIA, patrullas perdidas de la izquierda y exponentes de las clases altas quiteñas.
No pude dejar de pensar en otra extraña convergencia, la del acto frente al Monumento de los Españoles durante el conflicto por la 125.
El miércoles, un titulo de Clarín digital nos puso ante una nueva y extraña convergencia: “Barrionuevo, Venegas y la CTA marchan al Congreso para apoyar la sanción del ’82 por ciento”. Luis Barrionuevo, que en los ’90 defendió la privatización del sistema jubilatorio, con Venegas, que representa a trabajadores rurales, en los que la informalidad supera el 90 por ciento. Ambos personajes –informaba Clarín– coincidían con Víctor De Gennaro y Carlos Chile, en el apoyo a la aprobación del proyecto de ley fogoneado por el Grupo A. Extraña convergencia. El Grupo A integrado casi en su totalidad por quienes denunciaban la reestatización del sistema jubilatorio como una medida atentatoria contra la seguridad jurídica reclamada por los grupos empresarios.
Un inadvertido podría pensar que “es natural que confluyan estos tipos detrás de una causa loable como la de los jubilados”. Sin embargo, cuando algunos trabajan para organizar la confusión lo mejor es no aceptar como natural lo que se sabe que no lo es.
En primer lugar hay que consignar que si hoy la Argentina tiene el sistema previsional más igualitario de América latina, con la tasa de cobertura más alta de la historia, es porque los fondos ya no están en los paraísos fiscales sino que fueron recuperados para el sector público. Y éste no es un dato menor, porque con las cuentas en las Islas Caimán la movilidad jubilatoria era igual a cero. Este es el drama que hoy afrontan diez naciones de América latina que, tal como sucedió aquí, fueron empujadas por el FMI y sus socios locales a seguir el “exitoso” modelo chileno. La creación del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) fue una conquista social de la lucha de la clase trabajadora que posibilitó volver a tener un régimen solidario financiado a través de la transferencia intergeneracional. Los que hoy hablan con tono plañidero de “la plata de los jubilados” prefieren olvidarse de este pequeño detalle. ¿Por qué?
Cuando hace más de un año impulsamos desde la CTA elevar la jubilación básica llevándola al 82 por ciento del salario mínimo vital y móvil, propusimos como fuente de recursos la restitución de los aportes patronales que representaba en ese momento una cifra cercana a los 20 mil millones de pesos, lo cual garantizaba la sustentabilidad del incremento de los haberes jubilatorios. Jamás fuimos convocados por ninguno de los legisladores que ahora terminaron votando una movilidad que no prevé cómo financiarla. ¿Se puede ser tan inocente como para creer que algo tan simple y evidente como la restitución de las contribuciones patronales se les pueda haber pasado por alto? ¿O es que contra los empresarios cuyos intereses representan, como lo demostraran con la Resolución 125, no están dispuestos a votar ni leyes de fogueo como éstas?
El investigador Damián Panigo (Conicet-Instituto Ceil-Piette) desnuda en una investigación sobre la ley un costado que descascara el contenido supuestamente progresista que algunos pretenden atribuirle. Al analizar los efectos que tendrían los artículos 5, 6 y 7 (ajustes Elif, Sánchez y Badaro, respectivamente) demuestra que la mayor inversión de recursos estará dirigida a incrementar las jubilaciones más altas, impulsando hacia arriba los haberes jubilatorios de los sectores con mayores ingresos, reproduciendo entre los pasivos la misma brecha de la de-sigualdad que se da entre los activos.
De esta manera esta ley retoma la vieja tradición conservadora que marcó el inicio del sistema jubilatorio argentino desde principios de siglo hasta la llegada del peronismo en 1945. En una investigación de Cifra se señala que hacia fines de los años treinta se terminó de consolidar un sistema jubilatorio “que se regía por la lógica de la capitalización individual”. Es decir, a altos salarios correspondían altas jubilaciones; a bajos salarios, bajas jubilaciones y a quienes no aportaban por su condición de semiesclavitud, la nada. A partir de 1944, con Perón en la Secretaría de Trabajo, se dio un primer cambio importante, con la extensión de la cobertura al conjunto de los trabajadores. Pero recién a fines del segundo gobierno peronista, con la sanción de la Ley 14.370 en 1954, se produjo un cambio revolucionario estableciéndose la lógica de reparto solidario como principio rector del régimen jubilatorio, dejando atrás el sistema de capitalización individual acuñado durante el período conservador. El elemento más progresivo del cambio consistió en que “los trabajadores con ingresos bajos y medios obtendrían tasas de sustitución del salario mucho más altas que las de los trabajadores de mayores ingresos. Es decir, los trabajadores de menores salarios percibirían un beneficio jubilatorio superior al que les correspondería por la magnitud de sus aportes al sistema”.
En la evolución de la línea histórica recorrida por el sistema jubilatorio argentino, la ley aprobada significa un retroceso que nos ubica nuevamente en la concepción conservadora individual-no solidaria, de reproducir entre los pasivos la misma desigualdad que entre los activos. Esto nos pone en el camino de regreso hacia la capitalización individual.
Así, la ley que se votó, en primer lugar, no resuelve nada, ya que no avanza en el principio distributivo de sacarles a los que más tienen para darles a los que menos tienen. En segundo lugar, relativiza la verdadera urgencia social –en esto se pone a la par del Gobierno– que es elevar la jubilación básica de apenas $1046 que hoy cobra cerca del 75 por ciento de los pasivos del país. Y en tercer lugar, es regresiva en tanto significaría volver al esquema de jubilaciones de privilegio para pocos y jubilaciones pobres para todos los demás.
Visto desde esta perspectiva, queda claro por qué quienes fueron parte de la privatización del sistema y quienes después se opusieron a la recuperación del sistema público de reparto solidario votaron esta ley, en un acto de especulación política pero no de incoherencia con su ideología. Lo que no queda claro es qué hacen entremezclados con ellos los que supieron luchar desde la orilla opuesta, cuando no hace mucho reivindicábamos el papel del Estado para asegurar derechos ciudadanos de carácter universal como principal estrategia de la lucha contra la desigualdad.
* Secretario general de la CTA.